sábado, 1 de mayo de 2010

El viaje de un corazón


Erase una vez un corazón que un curioso camino, y en un bosque se adentro, ya que a lo lejos una jugosa manzana decía que vio, a pesar de las historias del pueblo, gran valentía reunió, y al bosque partió.

“Preparar equipaje”…pensó, pero era demasiada la emoción que no se percato el momento en el que se le olvido. Presto y sin motivo de detención partió y al bosque se adentro… “que oscuro esta aquí adentro”, pensó, era denso y sin mucho color, los rayos del sol no penetraban ni daban al suelo su calor, pero sin desalentarse el corazón prosiguió.

Con sus pequeñas manitos las ramas de su camino aparto, lentamente pero confiado avanzo, no quería pasar el tiempo pensando en porque desistió de la manzana seguir su olor. El cielo lentamente se despejo, las copas de los arboles deban un poco de su visión al pobre y cansado corazón. En un paramo apareció, hermosa pradera sin fronteras y con gran color, corriendo avanzo, saltando y corriendo rio, por el pasto rodo, y al cielo contemplo. Cerró los ojos y respiro, dejo a su mente viajar hasta que a la manzana recordó…”debo seguir caminando exclamo”, se paro y sin más vacilar, avanzo.

Los arboles se encontraban separados entre sí, pinos con una alfombra puesta en sus pies para darse calor al invierno que ya no tardaba en venir. Un masaje a sus pies era el caminar, que bonita sensación, pareciera en las nubes navegar, pensaba el corazón. Los rayos del sol entraban como caricias azarosas provocando el salto y la emoción. Dentro de el sabia que cerca estaba lo que había motivado su incursión.

De golpe, apresurado tuvo que frenar, un abismo había acabado de encontrar, y forma evidente no había de cruzar. Extenuado del camino se sentó y pensó en llorar, pero demasiado lejos y demasiado temprano para rendirse era ya, por lo que sentó y al viento consejo le suplico, pero no solo este escucho, una ardilla curiosa que por ahí paso también curioseo, y su ayuda también le ofreció, la ardilla llamo al señor castor y junto a los arboles un puente construyo, mientras el viento juro, no soplar mucho para ayudar al corazón.

Pero el viento caprichoso su plan no cumplió, y el puente a mitad de camino comenzó a temblar, pero el corazón determinado en cruzar se aferro y logro atravesar. Con una reverencia se despido de los que habían ido a ayudar, y su camino prosiguió.

Más adelante, con sed se encontró, hecho de menos una cantimplora que empacar debió, pero las nubes notaron su aflicción y la lluvia brotó y un lago se formo, regocijante se recostó y se refresco, y la noche apasionada por lo que el día le conto del corazón se apresuro para conversar con este pintoresco personaje trotador. La luna y las estrellas escucharon su narración, de cómo había atravesado todo este tiempo por la manzana que tan lejos vio, pero que en su determinación a ella llegaría no importando el dolor, una estrella noto heridas en su pequeño cuerpo, que el corazón atribuyo a cuando al bosque recién entro, y la noche con su dulce beso abrigador cuido la herida con la esperanza de que estas en algún momento sanar pudieren y el camino aligerasen al osado corazón.

El día con sus rayos despertó al recompuesto corazón, que se levantaba otra vez en su búsqueda continuar, que a la manzana debía de llegar, continuo y se encontró con una gran montaña, sin herramientas para cruzar confió en sus manos y en su fe y comenzó a escalar, la montaña reía del muchacho, pero solo alentaba con cada carcajada la determinación de aferrarse a la próxima saliente que asomase de sorpresa en la pendiente complicada. En la cima, las nubes juguetonas impedían la vista, y la montaña ansiosa pregunto, ¿Por qué tanta emoción? …. “Porque pronto llegare a lo que mis ojos vieron y se enamoraron, de una manzana hermosa que vi desde mi ventana a la cual quiero llegar y decirle lo que dentro de mi provoco con su gran resplandor”. La montaña confundida con lo que decía aquel corazón lo dejo bajar para ver qué pasaría con esta situación tan extraña e insólita para este gran montañón.

Al descender, vio la manzana, tomada de un árbol bailando con la brisa y brillando a luz del sol, maquillada con el roció de la noche y adornada con las hojas de su propio brote, tímido y valiente el corazón se acerco para conversar sobre el motivo de de su viaje a tan lejano rincón, y como un poeta adiestrado a la manzana le declaro su amor. Enternecida la manzana, lo escucho, pero en su árbol feliz estaba y lo rechazo.

Apenado el corazón, cansado, sediento, herido, maltratado sufrió, pero no por su exterior, su interior era el que estaba así, los que lo vieron en su viaje lo acompañaban en su dolor, pero no comprendían realmente su sentir, triste pero extrañamente bien, algo en si estaba feliz, aunque él no entendía el porqué de tan extraño sentimiento en su piel.

Al llegar a casa al fin lo comprendió… el rechazo fue atroz, pero el camino le enseño y mas fuerte lo convirtió, no olvidaría a la manzana a la mañana siguiente, pero jamás olvidaría lo que aprendió. Que si el final no es el esperado debemos devolvernos en el camino y ver como avanzamos, que aprendimos y que sobrepasamos, y así mirar las cicatrices y recordar un cuchillo llevar para las ramas cortar, recordar las praderas y a la próxima un picnic llevar, detenerse un momento en las alfombras de pinos a descansar, escuchar más los que te quieren ayudar, llenar de agua nuestra cantimplora para compartirla con los que nos quieren escuchar, salir preparado para la montaña poder atravesar y así en un beso quizás la historia pueda terminar…. Buenas noches

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